viernes, 28 de febrero de 2014

INTENTO DE DEMOLICIÓN DE IMAGEN PÚBLICA

El artículo de El Mostrador sobre Claudia Barattini es esa típica entrega por delegación, destinada a demoler imagen pública. Lo primero que hay que preguntarse es quien lo dicta. Lo segundo que hay que considerar es el daño que el comitente busca infringir y lo tercero tiene que ver con el destinatario efectivo del discurso. 

Voy por lo tercero: el destinatario es el círculo próximo de la mandataria, donde es necesario hacer llegar el malestar del sector que ha sido desplazado por la nominación de  Claudia Barattini. Todo parece indicar que dicho sector  había especulado de manera inapropiada sobre un resultado que echó por tierra sus  vindicaciones, al punto que no le quedó otra que monitorear una batería de argumentos difamatorios  de corto alcance. 

La construcción de la difamación parte con una bajada  que opera en dos frentes: omite el contexto de la deuda asumida y establece la des/acreditación académica.  Ambos elementos la des/calificarían para el cargo. En términos comunicacionales, en un primer nivel, la ofensiva es eficaz. En un segundo nivel, devela su fragilidad, porque la deuda, finalmente, es el síntoma de aquello por lo que los estudiantes salieron a la calle. Y por otro lado, desconsidera de manera reaccionaria los saberes adquiridos en el curso de experiencias no académicas. 

En cuanto a lo primero,  quien dicta la ofensiva deja entrever una amenaza que Claudia Barattini  ya ha prefigurado. Se han delatado en sus propósitos al  evocar la dimensión de la oposición interna que están dispuestos a levantar  en el propio CNCA.  Han sido torpes, en este sentido, porque ya han “transparentado” la fronda que les debiera compensar el daño que les ha sido infringido con esta nombramiento que, en verdad, no se esperaban.  

Luego, el artículo se cae. No logra definir una línea de análisis. Entrega informaciones incompletas, organizadas para instalar dudas sobre la pertinencia de su procedencia y de sus redes sociales. Por ejemplo, habla de sus padres. Pero denotan no saber de quien se trata.  El desconocimiento de las tramas regionales resulta evidente. No saben que Juan Barattini y Marta Contreras, los padres de Claudia Barattini,  son dos personalidades emblemáticas de la escena intelectual porteña. Que son personalidades claves en la construcción de densidad local, tanto en el campo del teatro como de la política. Que pertenecen a una tradición que comparten con Sergio Vuskovic, Marcos Portnoy, Osvaldo Fernández y otros tantos intelectuales porteños. Que partieron al exilio. Etc. Ese es el lugar del que  proviene Claudia Barattini. 

Luego, el artículo menciona su paso por Italia. No pueden desconocer su labor como agregada cultural. Pero no dicen por qué llegó a ese cargo y cuales fueron sus logros. Omitieron su rol en el envío de Ivan Navarro a la Bienal de Venecia. Envío que ha sido el inicio de una estrategia de posicionamiento efectivo, de Estado, en Venecia. Es decir, no dijeron que tenía una lectura transversal de la política, de la cultura, del teatro y de las artes visuales en esta coyuntura. 

Pero donde la información se acerca a una especie de delación periodística compensada es en el punto en que señala sus redes sociales en Chile, de un modo en que la  descripción sesgada tiene por efecto instalar una duda sobre la probidad de sus propias relaciones.  Por ejemplo: ¿cual es el rol de los apellidos Aguiló, Palma Salamanca, Parada, en la economía del relato? Lo cierto es que el artículo apunta a sugerir dependencias supuestamente no admitidas por Claudia Barattii y cuya proximidad serían motivos de otro rango de descalificación. Con eso basta. La difamación blanda ya está en curso y  convierte  el escaso conocimiento que   tiene del trabajo de Claudia Barattini como productora cultural en una  acta de acusación encubierta. 

En este armado, el artículo evoca una matizada fobia por las experiencias autónomas. Las menciones a La Morada no logran simular un malestar que pone al trabajo de género en una especie de anverso del “trabajo cultural serio” que los comitentes del artículo se cuidan de hacer explícita.   

Finalmente, cierra la ofensiva una mención a la férrea defensa que hace de Claudia Barattini su círculo más cercano de amistades.  Por un lado, la sindican como un personaje blindado; y por otro lado, admiten de manera implícita la dificultad que han tenido para montar una operación más eficaz de des/legitimación. 


A confesión de partes, relevo de pruebas. 

1 comentario:

  1. No tengo elementos suficientes para referirme al tema que se discute acá. Pero eso sí, sorpréndeme que el señor Mellado, que hace gala de un lenguaje muy cuidado y pulcro en este texto, confunda el verbo "infligir" (causar un daño) con el verbo "infringir" (violar una disposición, una ley). Pude haber creído en una errata, si no fuera porque en el primero y cuarto párrafos cometió el mismo error. Si le sirve la precisión, hela ahí. Y también en el séptimo párrafo pudiere corregirse el plural, dejando la frase como "... cuya proximidad sería motivo....".

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